Mi lista de blogs

viernes, 25 de septiembre de 2015

Refugiados en la puerta

Hola, mi nombre es Hakim. Mi cumpleaños se acercaba y en ocasiones normales, esta sería una fecha de celebración, pero ésta no era una ocasión normal. Cumplía 18 años y eso significaba que tendría que empezar a participar en la guerra de mi país, algo a lo que yo no estaba dispuesto. Algunos de mis amigos y de mis hermanos mayores ya estaban allí, había visto varias fotos de las que habían enviado y llevaban ropa militar y armas. Se notaba que la guerra les había cambiado solo por ver sus miradas en las fotos. El hecho de tener que quitarles la vida a otras personas para poder salvar la mía me parecía aterrador. A mis padres también les aterrorizaba el hecho de que otro de sus hijos se marchara a la guerra y no, yo no estaba dispuesto a ello. Yo solo quería un buen futuro para mi y para mi familia, Había escuchado que esto era posible en Alemania, Europa. Tenía miedo de que no saliera bien puesto que había tantas posibilidades de conseguirlo como de no hacerlo, pero decidí que debía intentarlo, luchar por un futuro mejor.
Una vez que estuvo decido el hecho de irnos, empecé a planear el viaje con otros de los habitantes de mi pueblo. Hicimos varias rutas y la que nos pareció mejor fue la siguiente: pensamos en llegar a Turquía y una vez allí buscar un barco que nos llevara a Argelia; luego llegar a Marruecos y desde ahí cruzar a España por Melilla. Obviamente esto no era gratis, así que en todo este tiempo nos dedicamos a reunir provisiones y dinero, el cual usaríamos para pagar cualquier improvisto puntual que nos surgiera por el camino y también para pagar al capitán de cualquier barco de mercancías que nos transportara. Puesto que no teníamos visado no podíamos cruzar las fronteras como si nada, y el grupo que partió desde Siria cada vez era más pequeño. Una vez que llegamos a Marruecos solo nos quedaba el paso más difícil, entrar en Melilla, en España, en Europa. Decidimos saltar las vayas cuando el sol ya estaba cayendo. Llevábamos unas mantas gruesas cubriéndonos todo el cuerpo para no pincharnos con la parte alta de la vaya al saltarla. Conseguimos saltarla y una vez dentro cada uno salió corriendo en una dirección para no llamar la atención. Yo estaba cansado de todo el viaje pero seguí corriendo hasta que me encontraron y me llevaron a un albergue donde había personas de muchas nacionalidades, sobre todo africanos. Me dijeron que esperara a que consiguieran toda mi información y todos mis papeles.
Ha pasado 1 año y yo sigo aquí, sin saber el paradero de mi familia ni de la gente que viajaba con nosotros, ni siquiera de si están vivos o de si están esperando una transferencia de dinero desde Alemania, la cual nunca llegará. Estoy harto de esperar y no saber nada.Harto.